El símbolo de este amor, Bicentenario

1821. Nació.

Escribe la que esperaba con ansias el primero de julio – el inicio del mes patrio en Perú- para lucir su escarapela, obligar a usar a los otros – más si tiene algún seudo poder sobre ellos – y a los que se negaban, entonaba su himno el 28, a una sola voz, y cuando escuchaba a su gente que quiere importar o vivir afuera, soltaba su discurso vehemente.

Me he descubierto y siento libertad

Sé quién soy y por qué. Orgullo de donde vengo.

No hay forma de saber a dónde ir si no sé de donde provengo.

Entonces entendí y fue todo muy claro

 

Empezaré este mar de ideas por una, el amor. Amor a mi país, ¿y qué es país? Ese cercado en tiempo y espacio, que ve nacer y crecer a sus hijos, diversas étnicas, regidos por un espíritu de comunidad, donde tenemos la obligación moral de cuidarnos, de ver por lo mejor,

donde podemos beneficiarnos de nuestra riqueza cultural y distribuir equitativamente nuestra riqueza material.

 

Ese sentido de pertenencia es natural. Es como una consigna. Y mientras más problemas, más ánimos los míos de buscar cambiar las realidades. Es como poner a prueba de todo.

 

La esperanza es lo que me mantiene y me ha mantenido viva. Lo que me da fuerza para levantarme cada dìa, la convicción de que podemos hacer un cambio,podemos llegar a la justicia, podemos sacar adelante nuestro pueblo.

 

La conmemoración de la República es un acto realmente simbólico. Lo que guarda consigo es mucho dolor y pasión. Muchos peruanos y originarios que han luchado por a libertad, la independencia de esta nación. Porque forjaron una visión de saber a donde ir y no aceptaron más subordinación a intereses dominantes. Porque no es un objeto o un medio, es un ser vivo, con un corazón que late.

 

Vida, trae consigo, mi nación, mi república, es vida.

 

Somos los más ricos. Nuestros antepasados son nada más y nada menos que los primeros hombres de América, que desarrollaron tecnologías y organizaciones realmente sorprendentes de quienes tenemos que aprender, valorar y entender.

 

Nuestra diversidad, no es una facha, es genuina. Vivimos en un sinsentido de complejidades, porque todavía estamos en un proceso de saber quien somos y madurar con ellos. Cuando empecemos a valorar esta diversidad, todo cambiará, el comercio, la economía, la educación, la política, todo. No bajar la cabeza, creerla de verdad, creerla.

Un pueblo con identidad es un pueblo fuerte

 

Ese momento histórico, lo celebro con vehemencia, tal vez no al máximo esplendor pero espero el día, entonces, podría usar un símbolo patrio todo el año, pero no lo hago, por una cuestión de estándares sociales, pero cuando ya puedo hacerlo, no hay manera de desaprovechar, de algo que tengo mucha vehemencia, nuevamente, es amar con fuerza y pasión a mi patria, de creer en ella, de creer que este desierto tendrá verde, que habrá justicia, que seremos un ser vivo que se conozca y reconozca, para lograr un desarrollo social y sostenible, el bien común y esa paz de convivencia.

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